miércoles, 3 de agosto de 2016

LA CRÍTICA. Sharknado: Que la 4ª te acompañe

Entretenimiento a la cuarta
Hace ya una entrega que “Sharknado” dejó de ser el fenómeno más rentable de la historia de la cadena SyFy, la abanderada del cine cutre, a pesar de que hay más ilustres y entretenidas producciones de serie B y Z por ahí pululando, para pasar a ser una franquicia en toda regla. Concretamente desde que se atreviera con las odiseas espaciales y mostrase un afán continuista que suponía un rara avis en la saga.

Pero esta serie de filmes no puede ser analizada como cualquier otra franquicia conocida porque, sencillamente, sus responsables hacen lo que les da la gana y no atienden a las reglas de la industria. Por ello, esperar que cada nueva entrega supere a la anterior es una pérdida absoluta de tiempo.

De hecho, la concepción que del concepto de franquicia tiene el señor Anthony C. Ferrante y el guionista Thunder Levin es más básica que el mecanismo de funcionamiento de una motosierra. “Sharknado: Que la 4ª te acompañe” apuesta por el más difícil todavía, por elevar a la cuarta una fórmula que lleva dando éxito a sus creadores desde hace tres años. Esto se traduce en más chistes cafres a costa de sus cameos y referencias cinematográficas –desde “La matanza de Texas” o “El mago de Oz” hasta “Los vigilantes de la playa”, pasando, cómo no, por “Star Wars: El despertar de la fuerza”-, y una absoluta falta de sentido del ridículo a la hora de manejar personajes, interpretaciones, pasajes que dejarían la imposibilidad de la franquicia “Fast & Furious” en entredicho, y todo aquello que Hollywood atesora como estandarte de sus blockbusters. Es decir, espectacularidad y aparatosos efectos especiales.


Y pese a que sigue siendo un divertimento para desconectar neuronas durante hora y media, lo que más podría achacársele a estas alturas es que no explote hasta el infinito todo su potencial. Nunca llega a tirar la casa por la ventana. Se contenta, simple y llanamente, con ser lo que se espera de ella. Para muestra, una escena, aquella en la que sus protagonistas resurgen del interior de un pez grande que se ha comido al más chico. Hasta ahí llega su nivel de innovación. Hasta la cuarta potencia. Pero quizá el error sea seguir buscándole las cuatro aletas al tiburón a una producción de esta cadena.



A favor: que entretiene, lo cual ya es mucho
En contra: sigue sin explotar todo su potencial

Calificación **
Se deja ver

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