viernes, 1 de julio de 2016

LA CRÍTICA. Summer Camp

El error de Kurosawa
Akira Kurosawa se equivocaba al asegurar que ni siquiera un buen director es capaz de sacar una buena película de un mal guión. O al menos, se equivocaba a medias. Porque en términos estrictamente cinematográficos, un mal guión es, como él mismo decía, el motor con la fuerza suficiente para conseguir una expresión verdaderamente cinemática, para conseguir una película auténtica, capaz de cruzar el fuego como lo hace el agua. Y tenía razón en ese sentido, pero olvidaba un factor determinante: si el producto entretiene y divierte a raudales, el guión no lo es todo. Un requisito indispensable para aquellos que no sólo entienden el cine como ese arte en el que guión y realización deben alcanzar unas cotas mínimas de calidad cinematográfica, sino como un pasatiempo dedicado a espectadores no tan sibaritas.

“Summer Camp” es el perfecto ejemplo de cine comercial que acaba sacrificando el libreto para asegurar toneladas de entretenimiento. Con encefalograma plano, pero entretenimiento al fin y al cabo. Por sus escasos ochenta minutos de duración pasan personajes mal dibujados y estereotipados, situaciones sin sentido que estos protagonizan, cierto atisbo de previsibilidad en su desenlace y tópicos a mansalva. Cosas, para entendernos, que suceden porque sí, por mero capricho de sus responsables.


Es una absoluta tontería en la que incluso se acusa, pese a la pericia tras la cámara de su director, Alberto Marini, y a la inteligente vuelta de tuerca que da al subgénero de infectados, alguna que otra laguna interpretativa. Pero una tontería completamente macarra y carente de prejuicios, que sólo busca hacer pasar un rato divertido a los amantes del género, y en general a todo aquel que se deje llevar por ella y sepa ver más allá de sus defectos. El tipo de terror que este país necesita, y que no arañaba desde la infravalorada e incomprendida “[·REC]: Génesis”.


La cinta perfecta para ver entre amigos, en festivales dedicados al género, entre risas y con la complicidad de aquellos que saben qué es lo que van a encontrar en ella. Todos los demás, los que opinan que el guión es el pilar sobre el que sustentar una buena película, mejor se abstengan. Porque se equivocan si creen que es la única materia prima que necesita el cine. Igual que el maestro nipón. Quién se lo iba a decir.

A favor: es un auténtico disfrute para los amantes del género, y para todo aquel que no le pida más de lo que ofrece
En contra: verla doblada, y que sus defectos no dejen a algunos disfrutar de ella 

Calificación ****
No se la pierda

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