miércoles, 16 de julio de 2014

LA CRÍTICA: Machete Kills

Para incondicionales del mexicano
“Machete Kills” comienza muy a lo Grindhouse, con un tráiler cuasi oficial de la próxima aventura espacial del adalid de las comunicaciones entre estadounidenses y mexicanos, un libertario de su pueblo, el azote de quienes quieren joder las relaciones inter gubernamentales. Un avance cafre, cutre, muy freak y kitsch de un producto que ni siquiera ha comenzado a rodarse. Casi imposible para el entendimiento humano que esta tercera entrega llegue alguna vez a materializarse, y más imposible aún que aquello que comenzara hace cuatro años como la extensión de un tráiler que acompañaba al díptico Planet Terror/Death Proof acabase convirtiéndose en trilogía fronteriza. Pero con Robert Rodriguez todo es posible, y para muestra esta secuela que en España no disfrutaremos en pantalla grande, sino en insano formato doméstico, y seguramente con un doblaje penoso.

Ya entonces, la existencia de aquel “Machete” con el que tan bien lo pasamos muchos solamente se justificaba en base a la idea de recuperar ese tipo de cine de serie Z y sesión doble que tan bien homenajearan Jim Sharman y Richard O’ Brien en los créditos iniciales de uno de los mejores musicales de la historia del cine. Y, con todo, la gracia ya se había perdido, algo que ya en esta nueva entrega se ha dejado notar más, especialmente porque el estilo visual de copia cinematográfica quemada y desgastada ya no existe por ningún lado, por desgracia. Dejada a un lado esta argucia formal, que daba sentido a todo el proyecto emprendido por Rodriguez, Tarantino y amiguetes, lo cierto es que no debería haber nada en este film que no podamos ver en una de esas baratas producciones televisivas del canal SyFy.


Pero sí que hay, y todo se reduce a un concepto. “Machete Kills” es una película hecha para incondicionales de Rodriguez y sus idas de olla extravagantes, ésas con las que el del sombrero nos asalta de vez en cuando, tipo “Spy Kids” y sus secuelas. Una cinta no destinada a contentar a un amplio sector del público, sino más bien a todos aquellos que le ríen las gracias al mexicano, tanto al que está detrás como al que se pone frente a ella con semblante recio, se pase de la raya o no. Cine para consumir sin prejuicios, para disfrutar entre amigos, con nachos y tequilas, y muchas risas.


Es decir, no es una buena película, pero Rodriguez consigue un divertimento de duración exagerada –le sobran fácilmente veinte minutos-, de acción exacerbada y estructura episódica, caótica, capaz de mutar de “El Mariachi” a “Star Wars”, pasando por “Teléfono Rojo, ¿volamos hacia Moscú?” con la misma facilidad y temple con que James Bond pasada de “La espía que me amó” a “Moonraker”, y que funciona como una spoof movie fronteriza del agente 007.


Por supuesto, un divertimento sólo al alcance de aquellos que no le pidan peras al olmo y estén dispuestos a dejarse timar por Rodriguez, en el mejor sentido de la palabra. Sólo así disfrutarán de este mejunje que se toma aún menos en serio que su predecesora, sincera en todo momento en sus intenciones, y en el que tienen cabida esbirros clonados, prostitutas de senos guerrilleros, villanos estrafalarios, matones que sirven de misiles, armas que vuelven todo del revés y corazones explosivos, consciente de sus propios excesos y repleto de cameos imposibles –brillante la idea del asesino de mil caras para justificar algunos de ellos-, con Mel Gibson, Demián Bichir y Charlie Sheen –aquí presentado como Carlos Estévez- sobresaliendo por encima del resto. Y lo mejor, que seguramente “Machete Kills Again… in Space” acabará siendo una realidad. Si sigue esta tónica, bienvenida sea.

A favor: los cameos, y que se toma aún menos en serio que su predecesora
En contra: le sobra metraje, se echa en falta el estilo Grindhouse, y sólo es para aquellos que estén dispuestos a reírle las gracias a Rodriguez

Calificación ***1/2

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